Música
Concierto en Bilbao
Natxo Velez | eitb.eus
Después de tocar en su ciudad este sábado para 38 000 personas, el grupo madrileño llega a Bilbao el 30 de junio para presentar su disco “Mismo sitio, distinto lugar” en la explanada del Guggenheim.
Vetusta Morla actúan en la explanada del Guggenheim este sábado, 30 de junio.
El nuevo disco de Vetusta Morla, Mismo sitio, distinto lugar, cuarto en su carrera, es un manifiesto a favor del movimiento, una oda al aprendizaje constante y a la reconstrucción, tanto en fondo como en forma. El grupo se ha embarcado en un viaje en el que ha roto inercias y ha cambiado sus procesos de trabajo en busca de una nueva identidad. Una identidad, la del sexteto, que queda marcada, precisamente, por esa propia querencia por la evolución.
El grupo madrileño ha hecho suya la filosofía que ya apuntaba el guitarrista Guille Galván en su libro de poemas Retrovisores (Bandaàparte Editores, 2015): han interiorizado que, después de todo, “resulta que las pistas son el tesoro”, que el camino es el fin.
Vetusta Morla huye en Mismo sitio, distinto lugar del anquilosamiento y los automatismos, y expande sus sonidos en diez temas muy variados en los que cabe todo el territorio sonoro de la banda, desde canción popular hasta rock electrónico. A veces, esa amalgama se condensa en una misma canción, como es el caso de la redonda “La vieja escuela”, que aúna delicadeza exquisita en los arreglos con épica rock.
En las letras, flotan las autorreferencias al grupo y al compromiso militante con el viaje, abundan los puntos de partida y llegada relativos: “soy lo que ves, solo el principio / busco las riendas de un nuevo corcel”; “haré de la cuesta de enero nuestra rampa de lanzamiento”; “caerán los imperios, caerán los estadios / pero antes tendrán que caer nuestros santos”; “seguiremos el sedal / sin fuel para regresar”.
Hablamos con David el Indio, encargado de gobernar, sostener y expandir las canciones de Vetusta Morla con su calidad, originalidad y versatilidad a las baquetas.
¿En qué lugar estaba Vetusta Morla justo al finalizar el ciclo de La deriva y en cuál está ahora, una vez publicado y estrenado en directo Mismo sitio, distinto lugar?
Durante toda la campaña de La Deriva, el crecimiento del grupo fue muy grande en muchos aspectos, ya que, además de cómo músicos en el grupo, trabajamos en nuestro sello discográfico, Pequeño Salto Mortal.
Debido a que las funciones iban creciendo y multiplicándose, durante la gira llegamos a sentir cierto estado de saturación, y sentíamos que era necesario hacer un reinicio, ya que llevamos muchos años a tope desde que sacamos el primer disco. Creíamos que se cerraba un ciclo, y nuestras vidas van cambiando, algunos tenemos familia…
Queríamos volver a sentir cercanas todas las cosas que nos unían y nos han unido desde que empezamos a tocar, hace ya veinte años. Y en ese punto fue en el que empezamos a componer el nuevo disco, a replantearnos nuestro trabajo. No sabíamos a dónde queríamos llegar pero queríamos cambiar la forma en la que hacíamos las cosas: salir de esa necesidad de sonar siempre a seis músicos tocando juntos, y empezar a probar cosas diferentes.
Comenzamos a trabajar en las nuevas canciones, y se incorporó Campi Campón (Jorge Drexler, Natalia Lafourcade) como coproductor, quien nos ha ayudado a desarrollar ese camino.
Foto: Jerónimo Álvarez
Precisamente en esa reconstrucción, elegisteis grabar en los estudios Hansa de Berlín, donde han grabado David Bowie, Nick Cave, Depeche Mode y U2, que registró allí Achtung baby, otro disco que supuso un cambio de timón en el devenir de un grupo. ¿Qué crees que aportó al resultado final?
Más que técnicamente, el estudio influyó en el resultado final emocionalmente. Queríamos salir de Madrid y de España para poder concentrarnos en un sitio donde grabar el disco entero.
Entre las posibilidades que teníamos factibles, Berlín era una, y estos estudios estaban libres. Nos pareció muy bien poder ir al mismo sitio donde han grabado grandes artistas que, además, como dices, casualmente han hecho discos en los que buscaban una vuelta de tuerca en sus carreras.
Se da la circunstancia también de que Berlín es una ciudad que ha sido muchos sitios pero muy diferentes lugares a lo largo de su historia, sobre todo durante el siglo XX.
Además, esta vez el estudio se convirtió en un espacio de trabajo, una especie de continuación del local de ensayo. En los anteriores discos, hemos grabado las canciones tal cual las llevábamos preparadas y ensayadas desde el local de ensayo. Pero en este caso hemos experimentado, probado, creado y generado cosas nuevas allí mismo.
Por ejemplo, el arreglo final de la canción que da nombre al disco se terminó de cerrar en el estudio, porque el que llevábamos no acababa de funcionar. Eso era algo nuevo para nosotros, y nos generó una incertidumbre, una sensación de vértigo, que no habíamos sentido hasta entonces.
En la canción “La vieja escuela”, uno de los momentos álgidos del disco, habláis precisamente de la pérdida de grandes iconos de la música como The Doors, The Clash y el propio Bowie. ¿Hay relevo para estos referentes o el peso que tuvo el rock en la cultura popular fue un signo de otro tiempo y ya ha desaparecido?
Yo creo que los últimos años está cambiando todo, estamos viviendo un cambio global en cuanto a nuestra comunicación y en las relaciones humanas, y, por supuesto, está cambiando la música: la manera de hacer música, la manera de interpretarla y los canales por los que nos llega.
Estábamos hablando hace un rato sobre qué va a pasar. Parece que la música más mayoritaria está compuesta y desarrollada directamente en estudios, a veces por una cabeza pensante, con aparatos electrónicos. De repente, parece que no hace falta que existan tantos músicos interpretando esas canciones, ya que en muchos casos ni siquiera suenan instrumentos reales.
El acto musical básico que lleva desarrollando el ser humano toda la vida, “yo toco y tú me escuchas”, no está sucediendo de esa manera, está casi desarrollándose a través de los aparatos tecnológicos. Es una incógnita hacia dónde va a evolucionar.
Parece que el rock, la música hecha por bandas, esté ahora mismo en un segundo plano, a pesar de que nosotros estemos teniendo un éxito muy grande. A lo mejor en el futuro siguen conviviendo una cosa y la otra. Vamos a ver.
Vetusta Morla, el pasado sábado en Madrid. Foto: María Macías.
Una vez grabado el disco, ¿por dónde se comienza a construir una gira de estas dimensiones?
Lo primero que hacemos es preparar el repertorio, todo parte desde la música. Una vez hecho esto, mantenemos reuniones con el escenógrafo, que ya ha comenzado a trabajar desde que el disco está terminado: lo escucha, lee las letras, ve el arte… Esa es una gran pista para comenzar a plantearse qué se puede hacer en directo.
A continuación, hacemos propuestas entre él y nosotros, y empezamos a reunirnos y ahondar en los conceptos para decidir qué mostrar en el escenario, cómo van a ser las luces… Y llegamos a consensos como el que tenemos ahora y mostraremos en el concierto de Bilbao.
Hablando del repertorio, una de las premisas para este disco fue componer las canciones sin pensar en cómo llevarlas al directo. ¿Os habéis arrepentido de esa decisión a la hora de comenzar los ensayos? (ja, ja, ja)
Ha sido un trabajo bastante complicado, la verdad. Solamente pensamos en el disco, no en los conciertos, y dejamos que las canciones nos guiaran y lideraran su propia composición para llegar a sitios que nos parecieran interesantes.
Foto: Jerónimo Álvarez
Luego, ha habido que hacer un trabajo muy grande para adaptar las canciones, y hemos incluido un sistema MIDI para poder mostrar en los conciertos la variedad de sonidos que se quedaron grabados en el disco y de instrumentos con los que no podemos contar. Así, hemos logrado un punto intermedio entre lo que guarda el disco y el punto energético de los seis Vetusta Morla tocando juntos como siempre.
¿Qué han aportado los nuevos temas al repertorio de Vetusta Morla? ¿Qué recepción han tenido, según habéis podido comprobar en los conciertos dados hasta ahora?
Creo que con esta aproximación a nuestra forma de tocar todos juntos hemos conseguido acercarlos al resto del repertorio, y no desentonan para nada.
De hecho, las canciones antiguas también las revisamos. Sucede con algunas que, al estar nosotros en otro punto, su arreglo no nos convence tanto o queremos sentirlas más actuales, más en consonancia con el nuevo disco. Así que también las adaptamos, y eso ayuda a que las sintamos más cercanas al momento actual y el repertorio tenga más unidad.
La recepción ha sido bastante buena. Como siempre, al principio se ve que los temas nuevos no los conoce tanta gente, pero según van pasando los conciertos se ve que la recepción es buena.
Bilbao, sobre todo a través del festival Bilbao BBK Live y vuestra constante subida en su cartel, ha sido testigo del crecimiento de la banda hasta lo que sois ahora. ¿Cómo afrontáis el concierto en la explanada del Guggenheim?
Como te decía antes, llevaremos todo el montaje de la gira, y a mí me hace especial ilusión por tocar en un espacio tan simbólico como es pegados al Guggenheim y al lado de la Ría. Recuerdo un concierto mítico de los Smashing Pumpkins en ese escenario, a finales de los 90.
Tenemos muchas ganas y va a estar de gente hasta arriba, así que fenomenal.
¿Qué os gustaría que se llevara cada asistente de vuestro concierto?
No lo sé. Ante este tipo de preguntas siempre me imagino a mí cuando iba a ver a alguien que me gustaba mucho. Al día siguiente, tienes recuerdos visuales, sonoros y emocionales que te hacen un poquito más feliz y te alimentan el espíritu.
Foto: María Macías
*Las puertas para el concierto de Bilbao del próximo sábado, 30 de junio, en la explanada del Guggenheim se abrirán a las 21:00 horas. Media hora más tarde saldrá al escenario la artista invitada, Alice Wonder, y Vetusta Morla lo harán a las 22:30.
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