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Irlanda del Norte

La paz sigue siendo quimera en Irlanda del Norte cuando se cumplen 25 años de los Acuerdos de Viernes Santo

El territorio se encuentra en un momento de bloqueo político, con tensiones avivadas entre unionistas y republicanos tras las elecciones y el brexit, que ha obligado a redibujar relaciones. Todo ello, además, bajo la amenaza de los disidentes del Nuevo IRA. El conflicto continúa.

Mural por la paz en Belfast con la palabra 'Imagine'. EFE.
Mural por la paz en Belfast con la palabra 'Imagine'. EFE.
Mural por la paz en Belfast con la palabra 'Imagine'. EFE.

EITB Media

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Euskaraz irakurri: Bakea kimera da oraindik Ipar Irlandan, Ostiral Santuko Akordioak sinatu zirenetik 25 urte bete direnean

Este lunes se cumplen 25 años de los acuerdos de Viernes Santo que pusieron fin a tres décadas de un doloroso y violento conflicto en Irlanda del Norte. Los acuerdos del 10 de abril de 1998 marcaron el principio del fin de los enfrentamientos, a partir de un consenso que ahora se tambalea, agitado por los efectos políticos colaterales de la salida de Reino Unido de la Unión Europa.

El conflicto norirlandés tiene sus raíces en la conquista de de Irlanda por parte de los ingleses, en el siglo XII, si bien, las relaciones fueron buenas hasta el XVI. Entonces Gran Bretaña se convirtió al protestantismo; Irlanda permanecía católica. Fue entonces cuando los reyes británicos mandaron, sobre todo al rebelde norte, colonos presbiterianos de Escocia, antepasados de los actuales protestantes unionistas.

Siglos después, en 1921, y tras dos años de guerra, el sur consigue su libertad y se queda con el nombre de Irlanda; a cambio, los seis condados del norte, todos en la provincia de Úlster, se quedan en el Reino Unido. Es la partición de la isla. En el norte triunfaron entonces las tesis unionistas, en detrimento de las de los republicanos, que querían (y siguen queriendo 100 años después) integrarse en la Irlanda independiente.

Las discrepancias políticas y sociales derivaron décadas más tarde en la creación de grupos armados: por parte de los unionistas, surgió la paramilitar Fuerza Voluntaria del Úlster, mientras que en el bando rival se creó el Ejército Republicano Irlandés, conocido por las siglas inglesas de IRA.

Tres décadas de violencia

En 1968 comenzaron Los Problemas ('The Troubles', en inglés), el eufemismo por el que se conoce a un conflicto que se cobró durante tres décadas más de 3500 vidas (la mitad, civiles) de los cuales dos tercios se atribuyen a grupos paramilitares republicanos, y el resto a grupos paramilitares lealistas y fuerzas de seguridad.  

Entre los episodios más cruentos y recordados, el Domingo Sangriento, en el que soldados británicos dispararon contra civiles durante una marcha de protesta, matando a 14 personas (todos ellos católicos), a la vista del público y de la prensa. 

Mural sobre el Domingo Sangriento. Foto: EFE.

El acuerdo que cumple ahora un cuarto de siglo, tenía como principal desafío dibujar un nuevo marco de convivencia política que reflejara además el complejo tejido social de un pueblo partido en dos, con divisiones establecidas incluso en el ámbito religioso, ya que los unionistas son en su mayoría protestantes, mientras que los republicanos se identifican con el catolicismo.

Los Acuerdos sentaron las bases de un marco de respeto entre las dos partes y, en el terreno político, dieron pie a un nuevo Parlamento con sede en Belfast y un Gobierno de obligada coalición. Los nacionalistas, encabezados por el Partido Unionista Democrático (DUP), y los republicanos, liderados por el Sinn Féin, brazo político del IRA, estaban obligados a sentarse a la misma mesa.

Los grupos armados renunciaron a la lucha armada y se produjeron excarcelaciones, mientras que Londres accedió a renunciar a gran parte de su presencia militar como gesto de distensión, en un ambiente prácticamente festivo que trascendió el protocolo político y del que formaron parte figuras públicas.

Estados Unidos, entonces encabezado por el demócrata Bill Clinton, ejerció de mediador en estas negociaciones, que concluyeron con la rúbrica de los dos principales responsables políticos de Irlanda y de Reino Unido: Tony Blair por la parte británica y Bertie Ahern por la irlandesa.

Bertie Ahern y Tony Blair.

Conatos de violencia

El acuerdo, sin embargo, no supuso el fin completo de la violencia, ya que si bien los principales líderes armados accedieron a deponer las armas, se generaron ciertas divisiones en el seno del IRA, creándose subgrupos que siguen activos a día de hoy y aún siguen siendo una amenaza a ojo de las autoridades.

De hecho, el Gobierno británico decidió este pasado marzo elevar a grave el nivel de alerta antiterrorista, lo que implica considerar "muy probable" que se produzcan atentados. Respondía así al asesinato en febrero de un policía, John Caldwell, abatido a tiros después de acudir a un partido de fútbol infantil. El ataque fue reivindicado por el Nuevo IRA.

Una investigación independiente publicada en 2018 cifraba en 158 las víctimas mortales por actividades paramilitares tras la firma de los Acuerdos de Viernes Santo.

El terremoto del bréxit

La Irlanda del Norte de hoy tampoco es la misma que hace 25 años. En septiembre de 2022, el censo reflejó por primera vez que había más personas que se identificaban como católicos que como protestantes, y en los comicios parlamentarios de mayo por primera vez el Sinn Féin obtuvo la primera plaza, en detrimento del DUP, que siempre se había arrogado el cargo de ministro principal y, por tanto, la batuta del Gobierno.

Sinn Fein gana las elecciones. EFE

Todo ello en un contexto marcado desde 2016 por el Brexit. En junio de ese año, una mayoría de ciudadanos británicos -también en Irlanda del Norte- apostaron en referéndum por la salida de Reino Unido de la Unión Europea, lo que obligó a redibujar un marco de relaciones que tenía, entre sus puntos más espinosos, la frontera en la isla de Irlanda.

El Gobierno británico y la Comisión Europea idearon el conocido como Protocolo de Irlanda del Norte, anexo a los acuerdos del Brexit y que alejaba el fantasma de una 'frontera dura'. Permitía a los norirlandeses seguir vinculados al mercado común europeo, pero obligaba al establecimiento de una serie de controles en el comercio con Inglaterra, Escocia y Gales.

Sunak y Von der Leyen en el acuerdo sobre el Protocolo de Irlanda del Norte. EFE

El recelo unionista hacia estos controles, alegando que limita las relaciones fluidas con el resto de Reino Unido, ha derivado en un bloqueo político en Irlanda del Norte, hasta el punto de que esta zona carece de gobierno desde la pasadas elecciones. El DUP se ha negado a facilitar el funcionamiento institucional y pactar una nueva coalición hasta que se tengan en cuenta sus reivindicaciones.

El pulso a tres bandas derivó en marzo de este año en el Marco de Windsor, un nuevo texto que simplifica esos controles y que cuenta con el visto bueno de la mayoría de los diputados en la Cámara de los Comunes. El DUP, sin embargo, ha pedido tiempo para examinar todos los detalles y derivadas y aún debe decidir si da el paso definitivo para volver a tender puentes con el Sinn Féin.

Sunak recibirá a Biden

El primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak, ha recordado la importancia trascendental de los Acuerdos del Viernes Santo. "Los Acuerdos del Viernes Santo representaron un momento increíble en la historia de nuestra nación, y un ejemplo poderoso e insólito de cómo un grupo de personas hicieron lo que antes era impensable para crear un futuro mejor para Irlanda del Norte", ha hecho saber Sunak. 

"En los días venideros pensaré, por encima de todo, en esa promesa de un futuro mejor que ofrecimos a todos los ciudadanos de Irlanda del Norte. Es mi responsabilidad como primer ministro de Reino Unido asegurarme de que vamos a cumplirla", ha añadido.

Los actos conmemorativos del 25 aniversario de los acuerdos contarán  con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden (de origen irlandés), como invitado de excepción. Biden llegará a Reino Unido el martes por la tarde-noche y tiene prevista una visita a Belfast en la que ambos líderes recordarán la labor de mediación realizada por el entonces presidente de EEUU, Bill Clinton, para poner fin a décadas de sangriento conflicto.

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