Literatura
''Bihurguneko nasa''
Natxo Velez | EITB Media
La escritora guipuzcoana ha publicado el poderoso libro de relatos "Bihurguneko nasa", honesta recopilación de historias protagonizadas por personas normalmente ajenas a los titulares.
Uxue Apaolaza
El escritor o la escritora tienen un deber fundamental para hacer literatura, con todo lo que ello conlleva: ser honesto con el lector, tratarlo sin paternalismo ni compasión. Y es desde ese compromiso ético, desde ese respeto, desde el que nos habla la narradora de "Bihurguneko nasa" (Susa), nueva recopilación de relatos inéditos de la escritora Uxue Apaolaza (Hernani, 1981).
Sin estridencias, pero implacable, la escritora golpea sin cesar valiéndose de protagonistas de clase media que transitan por el alambre de la precariedad esas débiles armaduras que creamos a nuestro alrededor, y lo hace sin eludir nuestras inherentes contradicciones; es más, señala sin remilgos esas contradicciones, abriendo al lector o la lectora de par en par la puerta a la reflexión.
Pasan por estas páginas empapadas de ironía procesionarias, mendigos, captadores de todo tipo -incluso cazadores de un poco de felicidad-, esclavos de sus miedos (¿quién no lo es?), extraños, supervivientes y exploradores en busca de un relato o recuerdo seguramente fatuo que los resguarde un poco ante la incesante y cotidiana tromba de miseria. No esperéis en estas historias caricias facilonas; al contrario que los cobardes, los malvados y los estúpidos, estos cuentos, este manifiesto contra las certezas, nos recuerdan la fragilidad de los hilos que nos sostienen, exactamente igual que los buenos amigos.
Hemos hablado con Apaolaza sobre su libro.
Regresas a los relatos tras publicar la novela "Mea culpa". ¿Se trata de tu territorio literario preferido?
Sí, los relatos son el género que más me estimula, sin duda. No sé exactamente si es por eso, pero diría que lo que me lleva a los cuentos es la posibilidad de partir de elementos de un breve momento que podría quedar en simple anécdota y crear un artificio con mayor profundidad; o, por el contrario, ver cómo los elementos de un instante que podría suponer una anécdota ponen en evidencia diferentes relaciones de poder, tendencias, contradicciones…
Quizás también sea mi ritmo de vida. El relato es más fácil de transportar en la memoria cuando andas de aquí para allá. Y no es tan posesivo como la novela.
Los nueve relatos que componen "Bihurguneko nasa" han sido elaborados por separado durante los últimos diez años. A la hora de revisarlos para editarlos, ¿has visto grandes diferencias entre ellos?
La verdad es que sí que he encontrado diferencias, pero no en un sentido cronológico: en los relatos se notaba qué me obsesionaba en cada momento.
¿Qué elementos crees que dotan de unidad al conjunto? ¿Ha habido mucha reescritura para unificar los relatos? En algunos cuentos hay guiños hacia otros…
Los une la narradora, la ciudad y una mirada que, ciertamente, no es demasiado estable, se siente extraña en la calle, en casa, con los amigos y las amigas, con la familia, consigo misma…
Hay un gran trabajo de reescritura, pero no tanto para esa labor de unificar. He trabajado cada uno de los relatos por separado, aunque en alguno sí he cambiado el narrador para meterlo en el libro. Las reescrituras son en sí mismas el proceso de creación de un relato, es en las reescrituras donde se abren nuevos caminos. Para mí, escribir un relato es reescribir una y otra vez el primer borrador.
Los guiños entre diferentes cuentos llegaron más tarde, casi al final, y muchos "me los pedían" los propios textos una vez dispuestos unos junto a otros.
'Bihurguneko nasa'
El narrador habla de tú a tú al lector implícito, con honestidad, y a veces incluso lo interpela directamente en el texto. ¿A quién te imaginas al otro lado del papel o la pantalla mientras escribes?
Depende del momento. A veces es un persona muy inteligente y sabia que me critica todo; otras veces, es un cómplice que comprende todo lo que escribo. Pero siempre es mucho más inteligente que yo.
Algunos personajes del libro buscan refugio en recuerdos y relatos. ¿En qué medida somos lo que nosotros mismos y otros cuentan sobre nosotros?
Lo que cuentan sobre nosotros no es anecdótico, no es un simple cotilleo, y tampoco lo es aquello que nosotros contamos.
Ese relato te lo cuenta la sociedad, te lo cuenta el poder de mil maneras diferentes, y te expresa muy claro qué versión tuya te conviene sacar.
El libro derriba o al menos golpea con la fuerza del lenguaje ese refugio que llaman o llamamos "normalidad", se aprecia en el libro una voluntad de sacudir la realidad y ofrecer una nueva perspectiva… ¿Existe la literatura fuera de eso?
Uy, sí, hay mucha literatura de ese tipo. Además, es la literatura que más se lee, ¿no?
No creo que haya nuevas perspectivas. También el punto de vista de Lur -narradora de los relatos- habrá sido aprendido en algún sitio, es una lectura y mezcla concreta de todo lo leído, visto, oído y vivido.
Creo que sí que ofrece el punto de vista de una individua que se mueve bajo los discursos colectivos, bajo las macroestructuras, y no se desenvuelve bien en ellos. Y que no sabe canalizar ese malestar. Tiene que hacer un esfuerzo por adecuarse, pero solo tiene fuerzas para no adecuarse muy de vez en cuando, y no mucho. Existe un choque entre las fuerzas colectivas y un individuo que quiere levantarse bajo ellas.
Los cuentos son, claro, ficción, pero la protagonista, Lur, es una mujer vasca, blanca, de 40 años y de eso que se llama "clase media", como tú has reconocido en varias entrevistas, muy parecida a ti. ¿Qué límites te pones como narradora?
He hablado en alguna entrevista y en la presentación del libro sobre los relatos como disfraz. Y existen disfraces que no nos ponemos, consciente e inconscientemente. Y lo hacemos, por ejemplo, porque representan algo que rechazamos sin matices.
Por ejemplo, últimamente, hablando sobre el libro, me he dado cuenta de que la protagonista de las manifestaciones de racismo más duras del libro no es Lur, y creo que tiene algo que ver con eso. Mencioné como un límite no disfrazarme de las víctimas de mis privilegios, porque hay muchas posibilidades de que resulte obsceno.
En el libro aparecen muchísimas referencias culturales, entre ellas varias literarias: Mrozek, Rosalía de Castro, Paul Auster, Galdós… ¿Qué lee Uxue Apaolaza? ¿Qué te ha llamado la atención entre tus últimas lecturas?
Últimamente, no tengo casi tiempo para leer. Y ese últimamente se refiere a desde que soy madre, ja, ja, ja.
Lo último que leído ha sido Ez dakit zertaz ari zaren de Ana Malagon y Gu gabe ere de Itziar Ugarte. Y he tenido mucha suerte de encontrarme con ellos en el poco tiempo que tengo para leer. Se trata de dos potentes puntos de vista.
¿Qué futuro le deseas al libro?
Le deseo que encuentre cómplices. Y que sea cómplice, como los libros que lo han sido conmigo.
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