Los familiares de las víctimas de la Guerra Civil siguen sin cicatrizar las heridas

En Euskadi, el Instituto de la Memoria, GOGORA, ha conseguido reunir la información de 20.970 víctimas entre 1936 y 1945. Sus datos están ya disponibles en una base que se puede consultar online, y ha sido fruto de un trabajo muy exhaustivo. También esta semana Aranzadi y el Gobierno Vasco han concluido 18 años de investigaciones en  la búsqueda e identificación de personas desaparecidas durante la Guerra Civil. En este tiempo se han hallado los restos de 110 víctimas, 27 de ellas han sido identificadas y entregadas a sus familias, y el resto  reposan en el columbario de la dignidad de Elgoibar. La gran mayoría de  las víctimas eran combatientes. Pero también hay casos de ejecuciones extrajudiciales y muertes en cautividad. 

En esa base de datos tan amplia encontramos a dos familiares del marido de María del Carmen Fernández Pita. Ella es nacida en Galicia, pero lleva viviendo en Laudio 43 años. Ella también perdió a su padre en Galicia por ser de Comisiones Obreras y le torturaron hasta morir.En esta base de datos recoge a estos dos familiares de sumarido. CEFERINO MARTÍNEZ GONZÁLEZ, quefallecido el 12 de junio de1937 y muerto en un bombardeo sublevado. El otro es JACINTO MARTÍNEZ IGLESIAS, gudari muerto en combate el 24 de septiembre del 39. Nacido en Laudio, fallece a los 25 años.

También hemos hablado con Koldo Camon Erostarbe, familiar de Eugenio Erostarbe Fernández.Junto a Eugenio, también nos cuenta la historia de su hermano CIRILO que era más joven. Eugenio y Cirilo, eran miembros de la UGT y formaban parte de LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS UNIFICADAS. Salieron al frente gipuzkoano en un camión de LA UNION HERMANOS PROLETARIOS, y nunca más volvieron a verlos. Supieron de su fallecimiento, Eugenio murió el 13 de diciembre y el hermano más joven, CIRILO, murió en plena batalla luchando con el batallón CUADRONES y cayó en INTXORTA en la ofensiva sobre bizkaia.

Después del ataque al caserío, en carros de bueyes, los llevaron a una fosa del cementerio. A pesar de tener una idea de la ubicación de los cuerpos, no era fácil saberlo a ciencia cierta. Recabada toda la información que entonces consiguieron, para cerciorarse era indispensable realizar la prueba de ADN.