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NATURALEZA

La totovía, una especie literaria

Desde el Centro de Estudios Ambientales de Vitoria-Gasteiz, Gorka Belamendia nos acerca a la alondra totovía en Más que Palabras

  • Alondra totovía

    Alondra totovía

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Un gorjeante silbido líquido, de agradable audición, impregna estos días nuestros campos. Es el canto trisilábico articulado por la alondra totovía, un pequeño pájaro cantor cuyo nombre vernáculo reproduce onomatopéyicamente su vocalización con los remedos que aparecen en los tratados históricos de ornitología.

Tal y como expresa el folklore popular, estamos en marzo, el momento en el que la especie comienza su cantilena: "Quince de marzo, da el sol en la umbría y canta la totovía", dice el refranero. O ese otro desactualizado que expresa "Por San Matías cantan las totovías"; pobre apóstol de los sastres, carpinteros y de los que luchan contra el alcoholismo, que se le cambió en 1969 su santoral católico, pasándolo del 24 de febrero al 14 de mayo.

Aunque la figura de la totovía ha sido evocada por muchos escritores, sigue estando más presente en las lindes del campo que en las llanuras de papel y eso que, como rezaba Azorín, "en España, los dos pájaros más populares son el gorrión y la totovía, uno, ciudadano y otro, campesino".  No obstante, desde Valle-Inclán en sus "Aromas de leyenda" hasta los apuntes carpetovetónicos de Camilo José Cela, la alondra totovía ha sido alabada por el maravilloso y virtuoso canto que posee.

Se sabe que ambos sexos son capaces de reclamar y que lo hacen en cualquier momento del día, incluso después del anochecer; si bien, ciertos estudios sugieren que son más vocales en noches tranquilas y cálidas, cuando el resplandor de la luna se hace mucho más brillante. Pese a ello, es el macho quien realiza el característico "baile del cielo", un comportamiento ancestral en el que asciende, volando en círculos, hasta los 100 metros de altura o más, mientras resuena con su seductora voz.

A pesar de tan peculiar vocalización, las totovías son aves bastante anodinas cuando las vemos. Tienen el tamaño de un gorrión común y un plumaje de color ante con vetas oscuras por el dorso y tonos pálidos por debajo. Lo que más las caracteriza es una pequeña cresta en la cabeza, poco llamativa en la mayoría de las ocasiones, así como una prominente franja blanca en la ceja que le llega hasta la nuca.

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