Sociedad -

20 años del 'Prestige'

Roberto y Nerea, voluntarios en Galicia en 2003 por el Prestige: "Volveríamos mañana mismo"

Cuando se cumplen 20 años de la tragedia, eitb.eus ha entrevistado a dos de los miles de voluntarios vascos que se desplazaron a Galicia para limpiar las costas del fuel que había sido vertido al mar por el petrolero hundido.

Roberto Gutiérrez y Nerea Landajo. Foto: EITB Media.
Roberto Gutiérrez y Nerea Landajo. Foto: EITB Media.
Así recuerdan Nerea y Roberto, voluntarios en Galicia hace 20 años, el trabajo que hicieron por el Prestige

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JESÚS ELORDUI | EITB MEDIA

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Euskaraz irakurri: Nerea eta Roberto, boluntario Galizian, Prestige ontziaren ezbeharrean: "Bihar bertan bueltatuko ginateke"

Nerea Landajo y Roberto Gutiérrez son dos de los miles de voluntarios vascos que hace dos décadas, en plena catástrofe del Prestige, decidieron atender a la llamada que llegaba desde Galicia, cuyas costas estaban manchadas de fuel, para ir a quitar chapapote de manera urgente. Cuando se cumplen exactamente 20 años del accidente del petrolero, de su posterior hundimiento y de la histórica marea negra que siguió a aquellos sucesos, eitb.eus ha estado con ellos, para hablar en profundidad sobre su trabajo como voluntarios, y vamos a empezar destacando lo que nos dicen al final de la conversación: "Volveríamos mañana mismo", afirman.

¿Qué ocurrió hace 20 años?

Antes de nada, contextualizamos lo que nos han dicho Roberto y Nerea. El 13 de noviembre de 2002, hace ahora 20 años, el petrolero monocasco Prestige, construido 26 años atrás, liberiano y con bandera de Bahamas, tuvo frente a la Costa da Morte (A Coruña) un accidente provocado, muy probablemente, por un golpe de mar. El barco procedía de San Petesburgo, su siguiente destino era Gibraltar y llevaba consigo una carga de 77 000 toneladas de fuel. Tras varias jornadas de zozobra, en los que el Prestige es remolcado lejos de la costa, finalmente se hunde, el día 19, a unos 250 kilómetros del litoral.

La pesadilla no había hecho más que empezar, porque la marea negra que empezaba a llegar a la costa era de enormes dimensiones. En total, contando lo que fue vertido al mar en las primeras horas tras el accidente, lo que cayó mientras el Prestige era remolcado, lo que llegó al agua en el momento del hundimiento, etcétera, fueron derramadas más de 62 000 toneladas de fuel, con el peligro que eso suponía para el litoral, desde el punto de vista ecológico, y también, por supuesto, para los miles de personas cuyo medio de vida depende del mar. El crudo afectó a toda la costa norte de la Península Ibérica, y afectó también a Ipar Euskal Herria.

Permanecen en el recuerdo las imágenes de aquellos días: el fuel tiñendo de negro el paisaje en el litoral gallego, las aves con el plumaje del mismo color, las llamadas "galletas de chapapote" que cubrían las playas… y también, por supuesto, la "marea blanca" de voluntarias y voluntarios que participaron en las labores de limpieza de las costas. Marea, porque fueron una multitud: algunas fuentes hablan de hasta 300 000; blanca, porque ese era el color de los buzos de protección que llevaban puestos mientras desarrollaban su labor. Fue una auténtica marea de solidaridad.

Así fue su experiencia como voluntarios

Nerea y Roberto formaron parte de la misma. Nerea, porque se lo propuso "una amiga", cuenta, y se apuntó un miércoles y el viernes ya estaba camino a Galicia, a Muros concretamente; Roberto, porque siempre había estado interesado en temas medioambientales, y, "viendo en la tele las imágenes del desastre que había", pensó que era necesario hacer algo, más aún tras comprobar que el Gobierno de España "no terminaba de arrancar". Los dos fueron por medio del Ayuntamiento de Bilbao, y enseguida se sintieron como en casa, desde el mismo viaje en autobús hasta su destino.

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