Sociedad -
Como la pareja de Trápaga
Denuncian que en Euskadi hay 300 personas sin techo
Vecindad Vasca Sin Fronteras denuncia que hay otras 300 personas sin techo ni derecho a percibir ayudas públicas, como la pareja que vive en las ruinas de una nave abandonada del Valle de Trápaga.
Agencias | Redacción
Vecindad Vasca Sin Fronteras, un nuevo colectivo nacido para luchar contra la exclusión social, ha denunciado que en Euskadi hay otras 300 personas sin techo ni derecho a percibir ayudas públicas, como la pareja que vive en las ruinas de una nave industrial abandonada del Valle de Trápaga (Bizkaia).
El colectivo ha denunciado las situaciones similares a las de la pareja del Valle de Trápaga formada por Verónica y Jose Ignacio quienes, tras ser desahuciados de su vivienda en la vecina localidad de Gallarta por una ejecución hipotecaria, se han visto obligados a vagar sin ayudas económicas y sociales al no estar empadronados en ningún sitio, hasta recalar en un pabellón industrial abandonado en el que viven gracias a la solidaridad de los vecinos del Valle de Trápaga.
Vecindad Vasca asegura que los 300 casos más como el de esta pareja que sobreviven en la Comunidad Autónoma Vasca sin medios de supervivencia "porque nos son negados por el sistema", son conocidos y censados por el Gobierno Vasco.
Tras asegurar que no son "indigentes biológicos en estado de Exclusión-Social", aseguran sentirse "como estorbos en una sociedad pagada de sí misma, que trata de ocultar sus miserias, porque somos una mancha de difícil limpieza en el mantel de la buena imagen de la Sociedad Vasca".
"Seguimos siendo exiliados sociales sin derecho a reinserción. No interesamos. Molestamos", subrayan en un comunicado.
Reivindican el empadronamiento, aunque no se tenga un lugar fijo de residencia, como "un derecho de cualquier persona, no un premio ni un regalo", que no debería tener más límite para su reconocimiento que "la 'prueba de vida presencial' del solicitante".
Reivindican también una "tarjeta de alimentación ciudadana" para que estas personas sin recursos se puedan alimentar sin tener que recurrir a la solidaridad y buena voluntad de las personas que dejan bolsas de comida colgando de los contenedores o de los bares que les regalan los pintxos que han sobrado del día.