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Reportaje de EITB.COM
'Fracking': ¿Apuesta o riesgo de cara al futuro?
Su utilización para extraer gas no convencional del subsuelo fracturando la roca por el efecto de la presión hidráulica ha levantado expectativas, pero también muchas dudas.
Iker Rincon | EITB.COM
La fracturación hidráulica, más conocida como fracking, es uno de los temas más polémicos del panorama energético hoy en día. Su utilización para extraer gas no convencional del subsuelo fracturando la roca por el efecto de la presión hidráulica ha levantado expectativas, pero también dudas que han llevado a muchos colectivos y ciudadanos a oponerse a ese sistema y pedir su prohibición.
Ésta técnica es conocida desde hace mucho tiempo, ya que su uso para la extracción de hidrocarburos existe desde el siglo XIX, y su primera utilización comercial se remonta a 1947. Sin embargo, hoy por hoy, cuando nos referimos al fracking hablamos sobre una técnica concreta que se está desarrollando sobre la marcha y que ha creado un boom del gas no convencional en EEUU. Ahora se pretende expandir por todo el mundo para paliar el declive de los yacimientos convencionales de gas natural.
(Implantación de una planta para la explotación mediante el 'fracking' en EEUU. Foto: cc-by/Daniel Foster)
LA TÉCNICA
Este tipo de gas, conocido como "shale gas" o gas pizarra, no se encuentra en bolsas, sino pegado a la roca. Para extraerlo, hay que realizar una perforación vertical de un pozo, atravesando varias capas de roca y acuíferos, desde una plataforma en la superficie hacia donde se encuentra el estrato rocoso de interés, que puede estar a varios kilómetros. Antes de llegar a la capa que se quiere explotar, comienza la perforación en horizontal o dirigida, penetrando en el estrato de interés una media de 1-1,5 kilómetros.
Una vez alcanzado el estrato deseado, se crean pequeñas grietas para que sirvan como guías. En ese momento, comienza la fractura hidráulica, bombeando un fluido (agua con arena silícea para el apuntalamiento y una serie de aditivos químicos) a gran presión para abrir y extender las fracturas. Después, al reducir la presión, el fluido vuelve a la superficie con el gas y otras sustancias presentes en la roca. Una vez fuera, la mezcla es procesada para separar el gas.
ADITIVOS QUÍMICOS, ¿PRESENTAN ALGÚN RIESGO?
Según Aitor Urresti, ingeniero industrial, profesor de la UPV y miembro de la plataforma Fracking Ez Bizkaia, los aditivos químicos utilizados para la fracturación pueden llegar a ser hasta el 2 % del fluido. Esa serie de aditivos son productos químicos que sirven para lograr una distribución homogénea de la arena para el apuntalamiento, para facilitar el retroceso del fluido, para limpiar los orificios y tubos, para inhibir la corrosión, como antioxidante y como biocida, entre otras cosas.
Pero el problema no acaba con las toneladas de químicos que se inyectan al subsuelo. Todas esas cantidades de agua y aditivos tienen que ser trasladadas y almacenadas in situ, "por lo que las mezclas las hacen en el mismo lugar, y al manipular esos elementos tóxicos sin estar diluidos en agua, pueden derramarse y filtrarse a algún acuífero", asegura Urresti.
"Hasta ahora, las empresas no han especificado cuantos ni que aditivos utilizan para la fracturación, debido a los secretos industriales de patente. Pero, como todo ese secretismo ha creado un gran rechazo social, éstas han empezado a optar por ser un poco más 'transparentes' y han empezado a informar sobre algunos de los productos que utilizan, aparentando siempre que son poco dañinos", añade Julio Barea, responsable de la campaña de Energía de Greenpeace.
Desde Shale Gas España, una plataforma formada por empresas que quieren utilizar la técnica de la fracturación hidráulica, informan que el porcentaje de los productos químicos utilizados en el fluido para fracturar la roca es mínimo: cerca del 0,5 %. Aseguran que se usan unas concentraciones muy bajas de hasta doce aditivos químicos, "presentes en su mayoría en productos de limpieza del hogar, cosméticos o alimentos". Además, Mónica V. Cristina, portavoz de la plataforma, afirma que todos ellos están regulados y controlados por las legislaciones europeas y del Estado Español. "Los aditivos se dan a conocer a las autoridades competentes y se mantienen informadas a las comunidades locales", añade.
Por su parte, Iker García, vocal del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Minas del País Vasco, Navarra, La Rioja y Soria, informa que los aditivos que se emplean habitualmente son compuestos como el ácido clorhídrico, ácido cítrico, glutaaldehido, bisulfito de Amonio y el etilenglicol, entre otros. Este último, explica que es un anticongelante, "habitual en la geotermia y para abastecer de calor una calefacción". Asimismo, comenta que en general éstos aditivos no son perjudiciales para el medioambiente, "aunque puede haber alguno tóxico. Pero se está tendiendo cada vez más a los productos ecológicos y biológicos; que no alteren nada en absoluto".
Pese a eso, desde Greenpeace denuncian que "todo eso es una campaña propagandística. Saben vender bien su imagen, pero la realidad es otra, ya que utilizan elementos cancerígenos como el benceno".
EMISIONES A LA ATMÓSFERA
Otro elemento que causa controversia son las emisiones de gases de efecto invernadero, y por consiguiente, el cambio climático. Las empresas mantienen que el gas natural es el combustible fósil más limpio disponible en la actualidad. Shale Gas España cita un estudio de la Comisión Europea que indica que "las centrales eléctricas de gas de ciclo combinado emite entre un 41 % y un 49 % menos gases de efecto invernadero que las centrales eléctricas de carbón". Por ello, sostienen que la progresiva sustitución del carbón por el gas natural sería "clave" para reducir las emisiones de CO2.
(Emisiones atmosféricas de los combustibles en su ciclo de vida completo. Fuente: Howarth et al. 2011)
Los grupos ecologistas mantienen que éste gas es más limpio a la hora de producir electricidad, pero el problema está en los escapes de metano del gas natural que se producen en los procesos de extracción, "las emisiones furtivas de metano contaminan mucho más que el carbón y que el petróleo", asegura el responsable de Greenpeace, "siendo veinte veces más perjudicial que el CO2", añade Aitor Urresti.
Además de esas emisiones, existen otras vías de contaminación atmosférica grave producidas por el fracking. El agua contaminada que se recupera del subsuelo tras la fracturación se aloja en balsas para después procesarla. "Ahí, parte del agua se evapora junto con los compuestos volátiles que son emitidos a la atmósfera", explica el ingeniero de la UPV.
Un estudio de la escuela de Salud Pública de la Universidad de Colorado (McKenzie et al., 2012) asegura que la contaminación atmosférica ligada al fracking afecta seriamente la salud de las personas. Las emisiones atmosféricas de hidrocarburos como el benceno, etilbenceno, tolueno y xileno, generados por ésta técnica, incrementan los riesgos de padecer patologías agudas o crónicas como el cáncer en la población cercana a los pozos.
¿POSIBLE RIESGO PARA LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS?
En el caso de las investigaciones que se están llevando a cabo en Gran Enara (Araba) y la posible futura explotación de sus pozos, una de las mayores preocupaciones de los vecinos de la zona es la contaminación de los acuíferos, como el de Subijana, "que es el abastecimiento de emergencia en caso de sequía en Araba, además de abastecer hoy por hoy varias poblaciones de la zona", comenta Urresti.
Shale Gas España asegura que "la estimulación mediante la fracturación hidráulica no puede contaminar acuíferos porque no crea ninguna conexión entre éstos y los yacimientos". Explica que los procesos se desarrollan a gran profundidad por debajo de las masas de agua subterránea, separadas por rocas de muy baja permeabilidad y aisladas por dos barreras de tuberías y cementación.
Por su parte, Aitor Urresti asegura que el riesgo de contaminación de los acuíferos viene de tres puntos posibles: "La primera, cuando se genera la fractura, que esa ascienda hasta la masa de agua". Explica que eso es bastante complicado en el caso de Gran Enara, "pero no imposible". "Hay mínimo un kilometro de distancia entre la zona que se quiere explotar y el acuífero. Pero, la zona intermedia y la propia formación que guarda el gas, la Balmaseda, está muy fracturada, por lo que, ¿quién asegura que a la hora de abrir la fractura que genera el fracking esa no contacta con otra grieta que ya está abierta previamente?", se pregunta. En ese caso, las fracturas se pondrían en comunicación y por ahí podría ascender hasta la masa de agua.
(Almacenamiento del agua para la fracturación hidráulica. Foto: Fracking Ez Araba)
Otra posibilidad sería a través de los propios pozos, porque puede que no estén bien cementados, "no se puede asegurar la estanqueidad al 100 %", asegura el ingeniero. Además, el cemento se va empeorando con el tiempo, "por lo que ahí puede haber un problema de que surja una grieta en la tubería". Y, por último, la otra vía de contaminación sería por la superficie. "Puede que haya un derrame. Cuando el líquido de fracturación vuelve, es almacenado en una balsa hasta que se trata, y esa balsa puede tener fugas".
El profesor de la UPV denuncia que las empresas siempre dicen que no hay ningún caso documentado en el que se haya demostrado que un acuífero se haya contaminado debido a la fracturación hidráulica. "Eso es mentira", sentencia. "Hay casos que al hacer la fracturación, la grieta se pone en contacto con un pozo viejo, que está en las cercanías. Ese pozo está mal cementado o está ya tan viejo que está rajado, entonces, a través de él se comunica con el acuífero. Aquí en Araba tenemos cerca de 100 pozos, muchos de ellos perforados en las décadas de los 40, 50 y 60, que no sabemos ni en qué estado están. Y muchos de ellos cortan también la Subijana", explica Urresti.
Desde el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Minas comentan que las empresas que exploten el gas natural "harán todo lo posible para que no se produzca ninguna filtración". Además, informan de que el Gobierno Vasco hará un seguimiento del 100 %, "para ver si se hacen bien las cosas, ya que si se toman las técnicas mineras adecuadas, no debería de haber ningún problema".
Por su parte, Mónica V. Cristina reconoce que ninguna actividad tiene "cero riesgo". Según ella, "la clave está en conocerlos y disponer de la tecnología necesaria para gestionarlos. Junto con una regulación que impulse el uso de las mejores prácticas, la tecnología existente hoy permite el desarrollo seguro del fracking".
Pese a que la tecnología va avanzando, y por consiguiente, mejorando las técnicas de la fracturación hidráulica, los grupos contrarios al fracking no consideran que sea suficiente como para que se asegure el medioambiente. Según informa Aitor Urresti, "investigadores de la Universidad de Duke (Carolina del Norte, EEUU) han demostrado en un estudio la contaminación por gas de agua potable cercanos a sitios de extracción de gas no convencional, después de analizar muestras de agua de 141 pozos. Todos ellos debido a la mala práctica de las empresas".
RIESGO DE TERREMOTOS
Shale Gas España asegura que las empresas, antes de empezar las explotaciones, estudian a fondo la geología de la zona para anticipar cómo responderá la roca y garantizar la seguridad de todo el proceso. Según comenta, durante los más de 60 años en los que se está usando este sistema de extracción de gas en millones de pozos en todo el mundo, "sólo se han registrado dos casos de sismicidad asociados a la fracturación hidráulica".
Sin embargo, un estudio publicado en la revista Science relaciona los terremotos con la inyección de aguas residuales, una de las operaciones del fracking. Investigadores de la Universidad de Columbia (EEUU) aseguran que cuando se produce un terremoto de cierta magnitud, se desencadenan otros seísmos menos potentes a miles de kilómetros, en zonas donde la tierra ha sido alterada por las sustancias químicas que se han inyectado en el subsuelo a gran profundidad. El estudio habla, por ejemplo, de un terremoto en Chile que provocó actividad sísmica en Oklahoma (EEUU) y de otro en Japón (el del tsunami de 2011) que generó seísmos en Texas (EEUU).
IMPACTO PAISAJÍSTICO
La extracción de gas pizarra a partir del fracking implica también una importante ocupación del terreno. "La CAV es un territorio muy limitado, por lo que la implantación de éstos pozos de extracción traería un impacto paisajístico grandísimo", asegura Julio Barea. Según informa Urresti, sólo en Araba está previsto que pongan en funcionamiento 2.000 pozos, ocupando cada uno de ellos una media de 1 a 2 hectáreas (exceptuando si se opta por pozos agrupados, que la ocupación sería menor), a lo que abría que sumar todos los caminos de acceso y otras infraestructuras. Además, esto traerá consigo un aumento de tráfico considerable, "ya que hay que transportar grandes cantidades de agua de un lado a otro". Así, aumentará el ruido y las emisiones en las propias zonas, "que suelen ser rurales y bastante tranquilas". Por lo que supondrá "un fuerte impacto en las propias comunidades", augura.
(Gran densidad de pozos de gas no convencional en Texas (EEUU). Foto: cc-by/Amy Youngs)
Shale Gas España mantiene que para éste tipo de explotaciones se requiere una superficie de terreno "relativamente pequeña, cerca del tamaño de uno a tres campos de fútbol", para realizar las operaciones de perforación y estimulación. Además, una vez construido el pozo, asegura que el espacio necesario es "mucho menor".
El proceso de construcción del emplazamiento, perforación y estimulación de un pozo para la explotación dura, de media, un año. Una vez acabados los trabajos, explica que las operadoras "asumen la responsabilidad de restaurar el paisaje y dejar la estructura del terreno tal y como la encontraron de acuerdo con los planes de restauración aprobados por la Administración".
¿ALTERNATIVAS A LA EXTRACCIÓN DE GAS NO CONVENCIONAL?
Frente a todos estos riesgos medioambientales, los contrarios a la explotación del gas no convencional tienen claro cuál es la alternativa: las energías renovables. Para Julio Barea, "toda la energía que nos hace falta la tenemos sobre nuestras cabezas. La alternativa es apostar al 100 % en las energías renovables, ya que todo el Estado Español es rico en geotermia, en viento, en mareas y en sol, entre otras cosas. No hace falta quemar más hidrocarburos".
Según Aitor Urresti, las renovables son cada vez más rentables, "hay que fomentar ese tipo de energías, pero el Gobierno lo único que hace es paralizarlas".
Por su parte, desde Shale Gas España aseguran que "la abundancia de gas juega a su favor como complemento de las energías renovables, cubriendo las intermitencias que se producen en fuentes como la eólica o la solar y permitiendo una fácil adaptación a los picos de demanda".
Iker García admite que toda producción de energía, ya sea renovable o mediante la quema de hidrocarburos, "es complementaria y nos va a valer para hacer muchas cosas". Pero asegura que no se puede quitar el gas y el petróleo de golpe, "porque son materias primas en sí mismas".
Mantiene que la sociedad está migrando hacia las renovables, pero cree que hasta dentro de muchos años ese tipo de energía no será capaz de soportar toda "nuestra economía energética". "Tiene que ser una progresión, poco a poco, porque con la crisis, las energías renovables han sufrido un parón. Además, el Gobierno de Rajoy ha suspendido las ayudas que había para instalación de plantas solares", denuncia.