Sociedad -
Caso Urdangarin
El año maldito de la Casa Real
La imputación de la infanta Cristina llega cuando se cumple un año de la cacería de elefantes del rey en Botsuana.
D.P.
La casualidad ha querido que la imputación de la infanta Cristina en el caso Nóos haya llegado justo cuando se cumple un año de la cacería de elefantes del rey Juan Carlos en Botsuana (lo hará el día 13), una de las controversias que más ha dañado la imagen de la Corona en España.
La Monarquía vive desde entonces las horas más bajas de su historia reciente, en un contexto de descrédito generalizado de las instituciones que ha colocado a la corrupción política como la segunda mayor preocupación de los ciudadanos, solo por detrás del paro, según el último barómetro del CIS.
El annus horribilis de la Casa Real comenzó en febrero del año pasado, con la imputación de Urdangarin, duque de Palma, y continuó dos meses después, cuando el 11 de abril Felipe Juan Froilán, el nieto mayor de los reyes, se disparó en un pie por accidente cuando hacía prácticas de tiro con su padre, Jaime de Marichalar. Froilán, de 13 años, portaba un arma prohibida para menores de 14.
De aquel suceso quedó un gesto: el rey Juan Carlos no visitó a su nieto en el hospital. Y no lo hizo porque en esos momentos se encontraba cazando elefantes en un safari de lujo en Botsuana, suceso que trascendió únicamente porque el monarca se rompió la cadera y tuvo que ser ingresado y operado.
La cacería dejó una frase para la historia, el "lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir" que el monarca espetó cuando el 18 de abril abandonó el hospital.
El rey Juan Carlos, durante una cacería de elefantes en Botsuana
Tan solo un día antes, el 17 de abril, el exsocio de Iñaki Urdangarin, Diego Torres, imputado también en el caso Nóos, aportó al juez José Castro tres correos electrónicos que supuestamente demuestran que el rey Juan Carlos se implicó para favorecer los negocios de su yerno.
Acorralado por las polémicas y cuestionado por su estado de salud (en noviembre fue operado de nuevo), el monarca intentó limpiar su imagen en enero de este año con una entrevista light con el reputado periodista Jesús Hermida. En aquella charla, Juan Carlos aseguró que no tiene intención de abdicar: "Me encuentro en buena forma, con energía y con ilusión".
A partir de ese momento entra en escena Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la amiga íntima del rey. Su nombre trascendió por primera vez en la cacería de Botsuana, pero posteriormente ha vuelto a copar portadas en numerosas polémicas.
Corinna zu Sayn-Wittgenstein, el rey Juan Carlos y los joyeros británicos Patrick y Alexander Mavros, en el hotel Ritz de Madrid
Varios correos electrónicos remitidos por Diego Torres al juez Castro este febrero, por ejemplo, desvelarían que Iñaki Urdangarin y Corinna Sayn-Wittgenstein hacían gestiones juntos e informaban al rey de sus operaciones.
También en febrero, la propia amiga del rey aseguró en una entrevista haber realizado trabajos "delicados y confidenciales" para el Gobierno español. Estas declaraciones provocaron que el mismo director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) diera explicaciones a puerta cerrada en el Congreso de los Diputados.
A todos estos capítulos hay que sumar otro más reciente, que se ha conocido hace apenas una semana: la herencia millonaria que el padre del rey le dejó en unas cuentas en Suiza.
Según una información del diario El Mundo, Juan de Borbón, de quien se decía en su época que vivió modestamente, dejó una fortuna de 1.100 millones de pesetas cuando murió hace 20 años. 728 de esos millones se encontraban en Suiza, país de actualidad en las últimas semanas por ser el paraíso fiscal en el que también escondía su fortuna el extesorero del PP Luis Bárcenas, imputado en el caso Gürtel.
Y como colofón a este año de calamidades para la Casa Real, ha llegado la imputación de la hija del rey en un caso de corrupción, un suceso sin precedentes en las monarquías europeas.