Política -
Aniversario
Tres años sin violencia de ETA: Radiografía de la paz en Euskadi
La sociedad vasca ha vivido una transformación política y social en tan solo tres años. El proceso, sin embargo, no está completado aún.
David Pérez | eitb.eus
Hace cuatro años vaticinó Jesús Eguiguren, presidente del PSE-EE, que el fin de ETA llegaría del mismo modo que se derrite la nieve en invierno. "Nadie sabe cuándo acaba, solo se sabe que ya no está ahí". Hoy sabemos, sin embargo, que la nieve se derritió el 20 de octubre de 2011, hace hoy tres años, cuando ETA anunció el fin definitivo de la violencia.
Desde entonces, Euskadi ha experimentado una transformación política y social acelerada, aunque no del todo completada.
De hecho, tres años después del fin de la violencia, hay cuestiones que siguen enquistadas. ETA no se ha disuelto aún, Arnaldo Otegi y el resto de condenados en el caso Bateragune siguen en la cárcel a la espera de que se resuelvan sus recursos, la política penitenciaria no ha sido reformulada, la dispersión de presos no ha sido eliminada, y la memoria, la reconciliación, el arrepentimiento, el perdón, la reparación y la resocialización son todavía tierras que apenas empiezan a ser exploradas en Euskadi.
ETA: entrega de armas y disolución
ETA anunció el fin de la violencia tal día como hoy del año 2011. Las primeras pistas sobre su desarme llegaron 28 meses después, en febrero de 2014, cuando los verificadores internacionales del alto el fuego anunciaron una entrega simbólica de armas por parte de la banda, que describieron como "un paso previo al desarme completo".
Las reacciones políticas se movieron entonces entre la cautela expresada por el Gobierno Vasco y el PNV, que apreciaron un "paso importante, pero no suficiente", y la decepción mostrada por PSE-EE, PP, UPyD y el Gobierno español, que tacharon el anuncio de "tomadura de pelo" y exigieron a ETA su desarme completo y disolución. Solo EH Bildu celebró lo que consideraba un paso de "enorme valor político", y denunció que "es imposible realizar un desarme efectivo" porque el Ejecutivo de Mariano Rajoy "no quiere que se produzca".
En un comunicado fechado el 24 de febrero, tres días después de la escenificación de los verificadores internacionales, ETA añadió que "el proceso de sellado de arsenales ha comenzado y el compromiso es llevarlo hasta el final, hasta el último arsenal".
El sellado de una pequeña parte del arsenal de ETA vino acompañado de otra fotografía de gran trascendencia política: los propios verificadores internacionales del desarme declarando en la Audiencia Nacional, un suceso sin precedente en otros procesos de paz.
El siguiente paso de ETA tuvo lugar cinco meses después, en julio de 2014, cuando en un comunicado anunció el "desmantelamiento" de sus estructuras militares. También advirtió de que reforzará la estructura política, "así como las que tienen como objetivo propiciar conversaciones entre las diferentes partes para hacer avanzar el proceso de paz", lo que haría indicar que su disolución no es inminente.
Vídeo: Dos miembros de ETA muestran a los verificadores internacionales un inventario del material sellado e inutilizado
Presos y política penitenciaria
El fin de la violencia supuso también un punto de inflexión en las cárceles, aunque tardó algo más en materializarse.
El EPPK, colectivo que engloba a presos de ETA y la izquierda abertzale, rechazó el arrepentimiento y la vía de la reinserción individual apenas unos meses después del anuncio de ETA. Su estrategia giró 180º a finales de 2013, cuando el colectivo reconoció el daño causado y asumió la legalidad penitenciaria.
Entre ambos anuncios tuvieron lugar dos sucesos que despejaron el camino a los reclusos: El Foro Social impulsado por Lokarri presentó 12 recomendaciones a Gobierno español, ETA y presos para "desbloquear e impulsar" el proceso de paz, entre las cuales se encontraban la asunción de la reinserción individual por parte de los presos y modificar la política penitenciaria por parte del Ejecutivo de Rajoy; y el fin de la doctrina Parot, decretada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), y que supuso la puesta en libertad de decenas de presos que vieron retrasada su salida de la cárcel por una argucia jurídica.
Tras asumir la legalidad penitenciaria, los presos iniciaron un proceso escalonado para solicitar individualmente su acercamiento, aunque las solicitudes fueron rechazadas una a una por el Gobierno español, quien tampoco ha eliminado la dispersión pese al contexto sin violencia de ETA.
Paralelamente, sin embargo, el Gobierno francés ha aceptado conceder los primeros acercamientos a presos de ETA. Las autoridades penitenciarias galas alegan que no se trata de un cambio de estrategia, sino que se debe a que, por primera vez, están llegando peticiones individualizadas por parte de los reclusos.
Vídeo: El Foro Social presenta sus recomendaciones para impulsar el proceso de paz
Víctimas: contra el olvido y por la reconciliación
Por su parte, tres años después del fin de la violencia, las víctimas de ETA claman contra el olvido y exigen que se aclaren los crímenes sin resolver, mientras se observan movimientos encaminados a impulsar la convivencia y la reconciliación.
En ese marco hay que situar, por ejemplo, la iniciativa de Glenncree, que reunió en el verano de 2012 a 25 víctimas vascas que han sufrido el azote de violencias de diferente signo político, entre las cuales se encontraban víctimas de ETA (Mari Carmen Hernández, viuda del concejal del PP de Durango Jesús Mari Pedrosa), del GAL (Edurne Brouard, hija de Santi Brouard) y de la Policía (Maribel González, viuda de Alberto Soliño, asesinado en Eibar en 1976 por un guardia civil).
Este grupo plural de víctimas acordó una declaración compartida de seis puntos que reclama el reconocimiento del daño causado, la asunción de responsabilidades y el establecimiento de una paz basada en la verdad, la justicia, la memoria, el reconocimiento y la reparación.
El fin de ETA propició también los encuentros restaurativos entre víctimas y presos arrepentidos, una iniciativa que se estaba cocinando desde antes del anuncio de la banda, pero que vivió sus mejores momentos al calor del cese de la violencia.
Consuelo Ordóñez, hermana del dirigente del PP vasco Gregorio Ordóñez, asesinado en 1995, y Maixabel Lasa, viuda del exgobernador civil de Gipuzkoa Juan Mari Jauregi, asesinado en el año 2000, son algunas de las víctimas que accedieron a reunirse cara a cara con los asesinos de sus allegados.
También hay que destacar entre otros avances destacables el impulso por parte de las instituciones del Instituto de la Memoria y el Memorial de Víctimas del Terrorismo, que se encuentran en proyección; la asistencia por primera vez de la izquierda abertzale a homenajes a víctimas de ETA y sus disculpas por el "daño añadido o sentimientos de humillación" a los damnificados por el terrorismo; y el homenaje de un arrepentido de ETA, Ibon Etxezarreta, a su víctima, Juan Mari Jauregi, en julio del mismo año.
Vídeo: La izquierda abertzale asiste al homenaje a Ernest Lluch
Izquierda abertzale y transformación de la política vasca
El escenario político vasco ha vivido también una transformación radical con la legalización de la izquierda abertzale y su vuelta a la instituciones, aunque los partidos vascos siguen sin ponerse de acuerdo en torno a una lectura compartida sobre el pasado reciente.
Como muestra un botón: la Ponencia de Paz y Convivencia constituida en el Parlamento Vasco en 2012, durante la anterior legislatura, y reformulada en abril de este año para incluir a la izquierda abertzale, sigue estancada por la falta de acuerdo entre las fuerzas políticas para adoptar un "suelo ético" que sirva como pista de despegue para afrontar el debate.
Pese a la falta de consenso en el juego político, sin embargo, hay otros sucesos que nos recuerdan la irreversibilidad de la paz, como el hecho de que los concejales amenazados hayan perdido el miedo e Interior haya reducido las escoltas al mínimo y la disolución de plataformas políticas y cívicas que trabajaban por la pacificación y cuya existencia hoy puede que carezca de sentido, como Lokarri y Gesto por la Paz.
Derretida la nieve, el invierno deja paso a una primavera incipiente en Euskadi.