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EUSKARALDIA

Las experiencias de Rebeca y Maialen, dos belarriprest, de cerca

¿Cómo han vivido los 15 días de Euskaraldia Rebeca y Maitane? Nuestras dos protagonistas, ambas Belarriprest, nos cuenta sus vivencias.

A la izquierda, Rebeca; ala derecha, Maialen.
A la izquierda, Rebeca; ala derecha, Maialen.
A la izquierda, Rebeca; ala derecha, Maialen.

ANE SANTESTEBAN

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Euskaraz irakurri: Maialen eta Rebeca belarripresten esperientziak, Euskaraldian

Euskaraldia 2020 ha llegado a su fin. Una vez más, la iniciativa a favor del euskera ha tenido una excelente acogida en la sociedad vasca. Pero en eitb.eus hemos querido conocer de cerca la experiencia de Rebeca y Maialen, ambas belarriprest, en esta edición de Euskaraldia.

Maialen, getxoztarra, de Romo, es joyera, y trabaja también en una tienda de ropa de Bilbao. No es la primera vez que participa en Euskaraldia, y está satisfecha con el resultado de este año. "Hasta ahora mucha gente que me hablaba en castellano se ha dirigido a mí en euskera", nos cuenta, y espera que, lo siga haciendo ahora que se ha terminado.

Durante dos semanas no ha parado de hablar en euskera con sus clientes. Maialen cree que el hecho de llevar la chapa de belarriprest ha ayudado mucho. Recuerda el Black Friday. Durante esa jornada, "la mayoría de la gente que se acercaba a la tienda se dirigía a mí en euskera". Le llamó la atención la cantidad de personas que llevaban puesta la chapa.

Normalmente Maialen tiende a hablar en castellano con sus compañeras de trabajo, pero reconoce que esta semana ha sido especial y que ha intentado hacerlo en euskera, ya que muchas de ellas son ahobizi.

En una visita a la librería Itsaso, de Romo, recuerda cómo "la dependiente llevaba puesta la máscara de ahobizi. Todo el tiempo me habló en euskera, a pesar de que yo, de vez en cuando, le contestaba en castellano". Maialen cree que el verdadero reto lo tienen las y los ahobizi. "Es dificil seguir la conversación en euskera aunque te contesten en castellano", confiesa.

Según la Belarriprest, en los pequeños comercios es mucho más fácil superar el límite de esa lengua que no es la materna. "El trato es más cercano, más tranquilo". Un día que fue al supermercado, recuerda, "comencé a hablar en castellano con la persona que estaba en la caja, y después de ver la chapa, me dijo que entendía euskera, aunque no lo hablaba, pero que su novia era euskaldun y que lo intentaba cuando estaban a solas".  Maialen le explicó el significado de la chapa belarriprest y le animó a participar en la iniciativa.

Maialen, además de esforzarse en hablar en euskera, se ha divertido mucho, y ha recibido de regalo galletas y piruletas de Euskaldia.

Galletas y piruletas de Euskaraldia,

Cree que llevar la chapa puesta ha facilitado mucho todo, ya que, según nos cuenta, el día que no se lo ha colocado, ha notado que la gente se ha dirigido a ella en castellano.

Rebeca es murciana, pero por motivos de trabajo (es guía turística) en marzo de 2020 se mudó a Corres (Álava) con su familia. "Si tengo que vivir aquí, es importante integrarme y que mi hijo vea mi actitud e interés", dice la belarriprest, y añade que le encanta el euskera y que se va a esforzar mucho en aprenderlo.

El caso de Rebeca es diferente. Lleva poco tiempo en Euskal Herria y le ha costado más hablar en euskera durante Euskaraldia. Se enteró de la iniciativa a través de una amiga, quien la animó a participar.

Nos ha confesado que, en varias ocasiones, sabiendo tan poco, ha hecho malabarismo con las pocas palabras que sabe. Ha comenzado a utilizar un traductor con el fin de ampliar su vocabulario y aprender más palabras, así como para poder mantener cada vez más conversaciones en euskera. "Cuando la gente del pueblo me ve con la chapa, me habla más en euskera", nos dice la belarriprest. "Antes les costaba más", añade.

Rebeca cree que la gente ha hecho un gran esfuerzo para hablar con ella en euskera. Amigas, madres y padres de la ikastola... "al ver la chapa, mi entorno ha intentado mantener la conversación en euskera". Nos confiesa que, a pesar de que en ocasiones ha sido agotador para ella, el esfuerzo ha merecido la pena. Durante estos 15 días, "mientras los niños juegan en el parque, he realizado clases de euskera con mi amiga Garazi", nos confiesa.

"Mis relaciones sociales en las redes han sido en euskera, y lo intento también que los sean en las presenciales", ha dicho, y está contenta porque los cuentos y la música que escucha con su hijo son casi el 80% en euskera.

Nuestras dos protagonistas están satisfechas con el trabajo realizado. Nos han reconocido que la iniciativa a favor del euskera ha tenido una gran influencia en su entorno, pero que han notado que la gente se ha ido relajando poco a poco. En cuanto a sus objetivos, aunque sean diferentes, ambas creen que lo han conseguido.

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